El ensayo en el siglo xx

sábado, 26 de mayo de 2012


TEXTO
De repente, empezamos a discutir, y a base de pequeñas discusiones, nos instalamos en el conflicto y acabamos sin dirigirnos la palabra. ¿Cómo se produce el paso de la conversación a la discusión? Normalmente no ocurre porque el otro no esté de acuerdo con lo que decimos, sino porque lo que decimos le afecta emocionalmente, y provoca en él una reacción. Y lo mismo ocurre con nosotros. Lo que el otro nos dice, independientemente de que estemos de acuerdo o no, activa dentro de nosotros algún resorte emocional que nos hace reaccionar. Con sus palabras nos sentimos juzgados, amenazados, o en algunos casos hasta cuestionados o despreciados, y esto nos hace reaccionar, rechazando lo que el otro nos dice y devolviendo el ataque experimentado en forma de crítica, desprecio o incluso insulto. A partir de este momento, ya no hay conversación posible, porque ni escuchamos ni entendemos. Y ni nos escuchan ni nos entienden. Ya no respondemos, sino que reaccionamos. La conversación se ha transformado en discusión.
            En la mayoría de los casos, el problema no es lo que decimos, sino cómo lo decimos. Hemos de buscar más allá de las palabras para comprender por qué la otra persona reacciona emocionalmente a lo que le hemos dicho. Generalmente, entre lo que creemos que decimos y lo que de verdad comunicamos suele haber una gran diferencia. Y esta diferencia viene dada por nuestros sentimientos, que pueden dar un significado muy distinto a las palabras. Si estamos enfadados, comunicaremos al otro nuestro enfado, digamos lo que digamos. Igual que si sentimos ira (…)
            Cuando se abandona el camino de la conversación, y se cae sistemáticamente en la discusión, se entra en una espiral destructiva que se retroalimenta y de la que es difícil salir. Para romperla es necesario dar un primer paso que consiste en, por un instante, olvidar el punto de vista propio e intentar comprender el punto de vista del otro. Comprender su punto de vista no significa estar de acuerdo ni compartirlo, simplemente aceptarlo como legítimo. Si somos capaces de hacerlo, pueden cambiar las cosas y pueden desencadenarse las iniciativas para salir del conflicto. Pero es necesario que una de las dos personas haga el paso, que se concentre en la otra persona, e intente ponerse en su piel, averiguando por qué actúa de esta manera o porqué tiene esta opinión. Si es capaz de hacerlo, dejará de reaccionar a sus palabras y tomará el control de sus actos.

PREGUNTAS
1. Resumen
2. Tema
3. Organización de las ideas
4. Opinión personal