TEXTO
De
repente, empezamos a discutir, y a base de pequeñas discusiones, nos instalamos
en el conflicto y acabamos sin dirigirnos la palabra. ¿Cómo se produce el paso
de la conversación a la discusión? Normalmente no ocurre porque el otro no esté
de acuerdo con lo que decimos, sino porque lo que decimos le afecta
emocionalmente, y provoca en él una reacción. Y lo mismo ocurre con nosotros.
Lo que el otro nos dice, independientemente de que estemos de acuerdo o no,
activa dentro de nosotros algún resorte emocional que nos hace reaccionar. Con
sus palabras nos sentimos juzgados, amenazados, o en algunos casos hasta
cuestionados o despreciados, y esto nos hace reaccionar, rechazando lo que el
otro nos dice y devolviendo el ataque experimentado en forma de crítica,
desprecio o incluso insulto. A partir de este momento, ya no hay conversación
posible, porque ni escuchamos ni entendemos. Y ni nos escuchan ni nos
entienden. Ya no respondemos, sino que reaccionamos. La conversación se ha
transformado en discusión.
En la mayoría de los casos, el problema no es lo que
decimos, sino cómo lo decimos. Hemos de buscar más allá de las palabras para
comprender por qué la otra persona reacciona emocionalmente a lo que le hemos
dicho. Generalmente, entre lo que creemos que decimos y lo que de verdad
comunicamos suele haber una gran diferencia. Y esta diferencia viene dada por
nuestros sentimientos, que pueden dar un significado muy distinto a las
palabras. Si estamos enfadados, comunicaremos al otro nuestro enfado, digamos
lo que digamos. Igual que si sentimos ira (…)
Cuando se abandona el camino de la conversación, y se cae
sistemáticamente en la discusión, se entra en una espiral destructiva que se
retroalimenta y de la que es difícil salir. Para romperla es necesario dar un
primer paso que consiste en, por un instante, olvidar el punto de vista propio
e intentar comprender el punto de vista del otro. Comprender su punto de vista
no significa estar de acuerdo ni compartirlo, simplemente aceptarlo como
legítimo. Si somos capaces de hacerlo, pueden cambiar las cosas y pueden
desencadenarse las iniciativas para salir del conflicto. Pero es necesario que
una de las dos personas haga el paso, que se concentre en la otra persona, e
intente ponerse en su piel, averiguando por qué actúa de esta manera o porqué
tiene esta opinión. Si es capaz de hacerlo, dejará de reaccionar a sus palabras
y tomará el control de sus actos.
PREGUNTAS
1. Resumen
2. Tema
3. Organización de las
ideas
4. Opinión personal